Años después he descubierto el bicarbonato de amonio, esa cosa moderna que usaba mi abuela. Lo he comprado en una droguería que hay en Alcoy, de las de toda la vida (tienen en el escaparate un rollo de papel higiénico de El Elefante), a granel, baratísimo. Lo utilicé las navidades pasadas para hacer las springerles. Y ahora he hecho estas galeetas. mi madre me dio la receta de la "tasa", es decir, la medida que se usaba para cocer en el horno y que durase tiempo. Yo he reducido las cantidades y he hecho la medida correspondiente a 2 huevos.
Hace unas semanas vi en Aldi una picadora de carne y verduras, con un accesorio para hacer galletas, que me venía al pelo para hacer estas galletas, y hoy les ha tocado el turno. He vuelto a tener 15 años, he vuelto a ir a la farmacia, he vuelto a estar con mi abuela y mi madre en un horno de pan de olor delicioso.....y por fin me he comido una galleta bizcochada....hecha por mí.
Ingredientes
- 2 huevos L
- 170 gr de azúcar
- 420 gr de harina
- 85 gr de manteca de cerdo
- Ralladura de limón
- 5 gr de bicarbonato de amonio o 2 gaseosas
- Azúcar para rebozar
Batir los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Cambiar el globo por el accesorio amasador y añadir la manteca y la ralladura. Seguir batiendo e ir añadiendo la harina poco a poco. Cuando llevemos incorporada la mitad de ésta, añadir el bicarbonato. Terminar de incorporar la harina. Se forma una masa dura, que no se pega.
Ponemos papel de horno sobre una bandeja, y ponemos la masa en la picadora, sin las cuchillas, y con el accesorio de galletas. Vamos sacando tiras de unos 15 cm de largo, las rebozamos en azúcar (sólo la cara con dibujo), y las ponemos sobre el papel, separadas como 1 cm unas de otras. Con esatas medidas, a mí me han salido 2 bandejas.
Cuando esté la bandeja llena, la metemos en el horno, en la parte central. Las galletas van crecieno y se van juntando entre sí. Hay que vigilarlas, porque la segunda bandeja ha estado lista en unos 10 minutos, ya que el horno estaba más caliente. Las sacamos del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla. Cuando estén frías, las separamos con las manos, ya que estarán pegadas. Ahora es el momento de guardarlas en una lata. Entonces era el momento de ponerlas en las canastas de mimbre, forraadas con manteles, y tapadas por paños inmaculados, y llevarlas a casa paseando el olor por las calles del pueblo....
Muchas felicidades, Amparo, y que cumplas muchos más.
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