En julio-agosto de 2005 pasamos dos semanas en Galicia. En Sampil, una pequeña parroquia perteneciente a Celanova, en Orense. Estuvimos divinamente, alojados en una casa típica. Fuimos con unos amigos, que eran amigos de los dueños de la casa. Ellos se fueron pocos días después de llegar nosotros, pero los dueños de la casa, bajo el lema de "los amigos de mis amigos son también mis amigos" no quisieron que nos fuésemos, ni siquiera cobrarnos nada de alquiler.
Desde allí hicimos excursiones a Santiago, Orense, Lugo, Pontevedra, Vigo, La Coruña, Braga y Valencia do Miño en Portugal. Galicia nos encantó con su belleza. Ese atardecer desde un mirador en La Coruña, la muralla de Lugo, la bonita ciudad de Pontevedra, las hortensias, que a mí me cuesta mantener en una maceta, creciendo exhuberantes como la mala hierba, en los ribazos, Allariz, donde dimos un paseo en barca por el río, sus playas fluviales, donde el agua estaba helada en agosto, las termas Chavasqueira de Orense, donde pasamos una tarde,...
La gente nos pareció encantadora. Los vecinos de Sampil acogedores a más no poder, y qué decir de los dueños de la casa, que no solo no quisieron que nos fuésemos, sino que nos señalaron toda una serie de fiestas que podíamos ver.
Descubrimos el pan de Cea, el mejor pan que he comido en mi vida, que ibas a comprarlo y te lo sacaban del horno, al mismo precio que en las panaderías normales, fragante y delicioso. comimos pote gallego a los pies de la muralla de Lugo. Asistimos a la fiesta de los faroles en Celanova, y a la fiesta de castresos y romanos, que rememora la conquista por los romanos. Los castresos y los romanos se encontraban en el monte, y en lugar de pelear, se hacían amigos y lo celebraban (como no), comiendo.
El jueves es el día de mercado en Celanova. Entre otras cosas, había un puesto de pulpo. En una enorme caldera de cobre puesta al fuego, iban cociendo pulpo. Podías sentarte allí a comerlo o podías llevarte las raciones que quisieses. Nosotros lo compramos y nos fuimos a casa. Sacaban el pulpo de la caldera, lo cortaban con las tijeras y te lo ponían en una bolsa de plástico con su agua, que luego debías tirar, dentro de otra bolsa con agua, caliente también, para mantener el calor. Exquisito.
Nos volvimos, cargados con pan de Cea, vino casero que nos habían regalado en Sampil, una empanada, el día 9 de agosto, mientras mi sobrino Víctor llegaba al mundo. Y cargados los ojos y el corazón de belleza y gratitud.
Ingredientes
- Pulpo
- Patatas
- Sal
- Laurel
- Pimentón
- Sal en escamas
- Aceite de oliva virgen extra
El pulpo lo congelaremos unos días antes para ablandarlo. Mi amiga Vero dice que una prima suya, que vive en Cartagena y a la que le regalaban muchos pulpos, los metía en la lavadora, a centrifugar, para ablandarlos. Muy curioso.
Ponemos agua abundante a hervir, con sal y una hoja de laurel. cuando hierva, echamos el pulpo, lo tenemos 3 minutos y lo sacamos durante 1 minuto. Repetimos esta operación 2 veces más. Al echar el pulpo por última vez, añadimos también unas patatas peladas y enteras. Lo dejamos cocer durante 30 minutos, apagamos el fuego y lo dejamos enfriar dentro.
Para servirlo, en un plato de barro o madera, ponemos un lecho de patatas en rodajas, troceamos el pulpo con la ayuda de unas tijeras y lo colocamos por encima, espolvoreamos con pimentón y escamas de sal, y rociamos con un chorrito de aceite de oliva.
Por supuesto, ninguno que yo haga estará tan bueno como aquel del mercado de Celanova, pero siempre que lo como me acuerdo de él.