Migas de pan


     Este es un plato de la sabia cocina de aprovechamiento de todos los tiempos. El pan tierno, recién hecho (pero del bueno), es el que más me gusta. Mis años de ortodoncia contribuyeron también a ello. Y el pan que no se come, se va quedando duro en la cesta. Parece inservible, pero no lo es. Se aparta, ya no nos es grato, Y se pueden hacer tantas cosas con él si se desea. Se puede rallar y utilizarlo para dar empaque a otros platos, ésto quizá es lo más fácil, pero de todas maneras, el pan se defiende llenándonos de migas el sitio donde lo hagamos.Sólo con darle un poco de calor, bien en la tostadora, en la sartén, sobre unas brasas,...recupera su ser, e incluso gana al transformarse. Pero hay que querer darle calor.  Si decidimos mimarlo con todo nuestro cariño, podemos confeccionar unas deliciosas torrijas, un dulce sublime, que también gana, y mucho, desde la triste rebanada de pan duro de nuestro cesto. Aquí sí hay que echarle ganas, porque hay que hacer varios pasos, pero nuestro pan dará lo mejor de sí mismo y se transforma en un manjar. No obstante, hay que estar pendiente de él mientras se confecciona, porque podemos empapar el pan demasiado, o bañarlo poco en el huevo, o quemarlo en la sartén. Y ya, cuando echamos el resto y las espolvoreamos con azúcar y canela, o con miel, o las bañamos en almíbar....Esos detalles que parecen insignificantes, pero que nuestro pan agradece tanto, porque él es el mismo, pero mejorado. Y cuesta tan poco espolvorearle un poco de azúcar ....
     La otra manera que yo conozco de aprovechar éste pan duro es hacer unas migas. Las más humildes, las de pan.  Coger algo de lo que suele haber en todas las casas, o si no lo hay, es fácil de encontrar, además de económico: un poco de aceite  de oliva virgen extra (of course) sobrante de alguna fritura, sal, pimientos, sardinas, panceta...nuestra dieta mediterránea, la de siempre, con la que hemos crecido, siempre ha estado a nuestro lado y hemos denostado en ocasiones, la que acabamos echando de menos cuando por circunstancias nos vemos obligados a comer fuera de casa durante un periodo largo. Luego hay quien las cambia por una sopa de sobre, pero allá cada uno con sus gustos. Y lo de las esferificaciones y la cocina de diseño, pues también está muy bien, pero para una vez a la larga, porque, al menos eso creo yo, piensas que donde esté la tortilla de patatas que tú haces....Para hacer unas migas de pan, también hay que echarle ganas y poner todo tu empeño, porque si no, sólo consigues un engrudo indigesto. Y el pan hay que remojarlo con agua, no con lágrimas, que también mojan, vaya si lo hacen, pero dejan mal sabor de boca. Y no pasarte ni quedarte corto con el aceite, por el mismo motivo. Y estar pendiente de él, no irte a hacer otras cosas, porque se quemará, él o los aditamentos.
     El pan siempre está ahí. Siempre nos ha acompañado. Hasta cuando de pequeños, aprendimos el Padrenuestro. Nos olvidamos de él porque ha salido una hornada de pan reciente, en muchas ocasiones prefabricado, que servirá para lo mismo; pero nuestro pan, el de nuestro cesto, el de masa madre, el que fue amasado con mimo, ha madurado y ha asentado sus sabores, es el que dará las más deliciosas migas.

Ingredientes

  • Pan duro
  • Ajos
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Pimiento verde en trozos
  • Panceta
  • Sardinas
  • 2 cucharadas de harina
  • Uva

     Cogemos el pan, lo troceamos, lo ponemos en una fuente y lo humedecemos ligeramente la noche anterior, tapando la fuente con un paño.
     En la sartén echamos aceite de oliva. Puede ser nuevo, o puede ser el sobrante de haber frito algo antes. Cuando esté caliente, echamos un par de ajos pelados y enteros, que sacaremos cuando estén dorados. A continuación freiremos el pimiento verde troceado, y cuando esté frito lo sacamos a un plato. A continuación freímos unos trozos de panceta hasta que estén dorados, y los sacamos al plato del pimiento. y después freímos unas sardinas frescas enharinadas. Yo en esta ocasión utilicé unas bacaladillas, porque no encontré sardinas, y ya se sabe, en este tipo de platos hay que improvisar. Cuando el pescado está frito, lo sacamos al plato del pimiento y la panceta.
     El pan debe estar humedecido, pero no con demasiada agua, en cuyo caso lo escurriríamos un poco, y lo echamos en la sartén con el aceite. Ahora empieza el trabajo. Es cuestión de ir dando vueltas a la masa informe que tenemos en la sartén, partiéndola en trozos con la espumadera, volviendo a juntarlos, dando la vuelta, y así durante un buen periodo de tiempo, de 20 a 30 minutos. Al cabo de unos 15 minutos, espolvorearemos sobre la masa un poco de sal y un par de cucharadas de harina, para que se suelte el pan. el trabajo del aceite friendo el pan y de nuestro brazo troceando y dándole vueltas, obrará la magia de crear unos trocitos de algo que fue pan en otra cosa crujiente y deliciosa.
     Cuando ya están formadas, sueltas, apagamos el fuego y servimos. Las acompañaremos de lo que freímos previamente, que cada cual, a su gusto, se troceará en su plato, y de unos granos de uva, que le darán frescor.
     Yo tengo asociadas las migas al verano, que era cuando mi abuela nos las hacía en el pueblo. Mira tú por dónde. Con el tiempo, un suculento plato de migas.