Hace años me llamó la atención esta receta que tengo todavía pendiente de hacer, por lo curiosa que me resultó. Y hace unos días, me encuentro con esta otra que recoge la misma filosofía, pero lleva menos ingredientes, que sí tenía en casa, por lo que ha sido la elegida este año. La otra sigue quedando pendiente.
Ingredientes
- 300 - 400gr de polvorones
- 150 gr de azúcar
- 200 ml de leche
- 150 ml de aceite de girasol
- 3 huevos
- La ralladura de un limón
- Un pellizco de sal
- 1 sobre de levadura Royal
- Azúcar glas para adornar
Precalentamos el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
Preparamos un molde desmontable, poniendo papel de hornear en la base y untando el lateral de mantequilla, que a continuación espolvorearemos con harina.
Empezamos desmenuzando o chafando los polvorones, aunque en ambas recetas utilizan todo tipo de dulces típicos y sobrantes de la navidad: polvorones, alfajores, roscos de vino, etc. Yo sólo he utilizado polvorones, y tenía 300 gramos, por eso pongo la cantidad de entre 300 y 400, porque Cristina ha usado 400, pero el resto de ingredientes es igual. Pues eso, chafamos los polvorones y añadimos el resto de los ingredientes excepto la levadura. Batimos todo con la batidora normal, la de varita. Cuando todo está bien mezclado, añadimos el sobre de levadura y volvemos a batir. A continuación echamos la masa en el molde que teníamos preparado, y lo introducimos en el horno durante 35 minutos más o menos, aunque como siempre, cada horno es un mundo, y el bizcocho se ha de cuajar. si aún no lo ha hecho y se dora en exceso, tapamos la superficie con un papel de aluminio. Cuando esté, dejamos dentro del horno, que vamos abriendo paulatinamente, con el fin de que no se baje con el choque de temperatura. Y nada, cuando se enfríe bastante, desmoldamos y espolvoreamos con abundante azúcar glas. Y, en mi caso, repartimos. Intentaremos endulzar momentos a personas queridas que están pasándolo mal en estos momentos. Y cansadas. Y trabajando mucho. Soy pesimista, no veo todavía la luz al final del túnel. Pero mientras paladeamos este rico bizcocho, estaremos medio segundo fuera del alcance del bicho. Mucha suerte.