Mantecados de Margarita

    Hemos pasado una tarde muy agradable haciendo mantecados. Nos ha enseñado Margarita a hacerlos. Son fáciles y rápidos de hacer, y están deliciosos. Qué divertido reunirse un grupo de mujeres a hacer repostería, como toda la vida se ha hecho. Gracias, Margarita, por compartir su receta con nosotras.

Ingredientes

• 1 taza de manteca de cerdo a temperatura ambiente
• 1 taza de aceite de oliva
• 1 taza de azúcar
• Ralladura de limón
• 200 gr de almendra molida
• 2 yemas de huevo
• 1 cucharada de postre colmada de canela en polvo
• 1 kg de harina de repostería
• Azúcar
• Canela en polvo

     La taza equivalía a una tarrina de 400 gr de manteca de cerdo ibérico de la marca "El Pozo". Por lo tanto, una vez sacada la manteca, la propia tarrina puede servirnos de medida.
     Se mezclan todos los ingredientes excepto la harina, revolviendo bien con una cuchara de madera hasta que la manteca esté bien deshecha. Entonces se va añadiendo poco a poco la harina. Cuando la masa está ligada, se añade el resto de la harina y se amasa con las manos, hasta integrarlo todo bien. Si los huevos son pequeños, se pone una yema más. Probamos la masa por si hay que añadirle algo más de azúcar.
     Hacemos una mezcla de azúcar y canela y la ponemos en un plato. Precalentamos el horno a unos 170ºC, con aire.
     Formamos las bolitas de un tamaño similar. No han de ser muy grandes, a nosotras nos salieron unos 100 mantecados. Se aplanan y la cara superior se reboza en la mezcla de azúcar y canela, y se van depositando en una bandeja de horno, algo separadas entre sí, porque se abren un poco.
     Los metemos en la parte central del horno y los vamos vigilando. La primera bandeja tardó unos 20 minutos, hasta que los mantecados están dorados. Entonces los sacamos, metemos otra bandeja en el horno y seguimos vigilando, pues el horno está cada vez más caliente y por tanto, necesitan menos tiempo. Cuando se enfrían, los podemos guardar en una lata, pues aguantan mucho tiempo, y cada vez están más buenos. Si duran.
     Un dulce de los de antes, contundente, sin miedo a las calorías. Y exquisito.