Pollo al horno

     La noche de Reyes es mágica. La ilusión de los niños, incluídos los que llevamos dentro,  lo consigue. En cada sitio se celebra de una manera. Cuando yo era pequeña y vivía en Valencia, los niños nos teníamos que acostar pronto para que los Reyes Magos nos visitaran. Dejábamos los zapatos en el balcón con un poco de paja para los camellos, que no sé de donde la sacaba mi madre, y un tentempié para Sus Majestades, cuyo gusto en brandy coincidía con el de mi padre. Y nos levantábamos, voluntariamente, antes que nunca. ¡Habían venido los Reyes!.
      Por estas tierras, la cabalgata de los Reyes Magos empieza sobre las 7 de la tarde del dia 5. Cada año la organiza una entidad, y siempre cuenta con la colaboración de una gran número de grandes y pequeños ayudantes. Desfilan San José, la Virgen y el Niño, la Estrella y los Reyes, acompañados de antorcheros, ángeles , corderos y pastores, que los arropan a su paso. Regalan algunos dulces y golosinas para los niños, que les cantan el "Tirorí, tirorí, Senyor Rei, estic açì....". Llegan hasta la plaza, donde los Reyes adoran al Niño. Y de allí, cada uno a su casa, a la voz de "Que vinguen carregats!", que es una expresión que adoro.
     Nadie puede negar lo mágicos que son, porque al llegar a casa, cada uno encuentra sus regalos bajo el árbol o junto al nacimiento. Es una  noche de familia, de recuerdos, de añoranzas, de besos y abrazos....
     Cuando yo fui madre, ya vivía aquí. El primer año, mantuve la costumbre valenciana de abrir los regalos el día 6. Mi hija no tenía aún un año. Pero después adoptamos aquello de "Donde fueres, haz lo que vieres".  Saliamos de casa, no sin antes dejar un refrigerio para Sus Majestades, y curiosamente, el brandy ahora es el mismo que le gusta a su padre, y los dulces suelen ser también mis preferidos. Y,  casi ya como tradición, a mi marido se le olvidaba algo cuando habíamos caminado unos metros. Los guantes, apagar algo...."¿Dónde va papá?" preguntaban los niños. "A por los guantes, que hace frío". "Vamos a esperarlo". "No, no os preocupeis, vamos nosotros a coger sitio que él nos alcanza enseguida". Y con la ilusión y la inocencia brillando en sus ojos, guardábamos sitio al "despistado" papá. Así, hemos ido puntualmente a ver la cabalgata acompañados de nuestros hijos, y a veces de mi madre y hermanas.  Mis hijos han participado alguna vez en la cabalgata, y desde hace unos años, como miembros de la Unión Musical Contestana, salen siempre.
     Llegar a casa con ilusión y un poquito de miedo, encontrarse los regalos (la cara que pusieron un año en que mi marido los escondió detrás del sofá y no se veían al entrar al comedor), abrirlos y formar un guirigai es todo uno. Y después, a cenar. Ya hace muchos años, ésta constituye nuestra cena de Reyes, por su facilidad en la intendencia.

Ingredientes
  • Muslos de pollo
  • Patatas
  • Sal
  • Pimienta
  • Especias al gusto
  • Un chorrito de vino blanco
     Limpiamos los muslitos, los especiamos y los ponemos en una bandeja de horno. Si queremos, los podemos regar con un chorrito de vino blanco o caldo.
     Lavamos bien las patatas, las abrimos por la mitad, las especiamos y las envolvemos en papel de aluminio. Las ponemos en otra bandeja.
     Si hacemos pocos muslitos, podemos poner las patatas, sin papel de aluminio, en la base de la bandeja y el pollo encima. Nosotros, este año, lo hemos hecho en dos bandejas.
     Poco antes de irnos, encendemos el horno a 200ºC y metemos las bandejas dentro. Cuando alcanza dicha temperatura, temporizamos el horno 50 minutos, calor arriba y abajo, sin aire, y nos vamos a ver la cabalgata. Cuando llegamos, si a las patatas les falta un poco, volvemos a encender el horno, sacando la carn, que ya está hecha.
    
     Esta receta no tiene mayor misterio que recrear  la calidez que produce llegar de la calle, en la fría noche de enero, y entrar en el comedor calentito y oliendo a pollo al horno, que forma parte también de nuestros recuerdos. Y después de cenar, a comer el roscón.
     A quien lea ésto, le deseo de todo corazón un buen año 2015, y que Sus Majestades hayan venido bien cargados.

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