Caldo refrito

     Durante años oí a mi madre que iba a hacerse para cenar un caldo refrito. Y nunca me sedujo el nombre. Pero será que me estoy haciendo mayor, es, de hecho, y que todos los platos que me suenan a antiguo, a tradicional, a de siempre, quiero al menos probarlos. Y llegó la hora de éste. Cocina de aprovechamiento, de subsistencia, de lo que haya. Sabia cocina de toda la vida, que preparó mi madre anoche, y que cenamos juntas.

Ingredientes (1 persona)

  • 1 ajo
  • 1 rebanada de pan del día anterior
  • 1 huevo
  • 1 chorrito de aceite
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1 vaso de agua

     Lo hemos hecho con la batidora, pero se hacía en el mortero, claro. En el vaso de la batidora ponemos el ajo y la sal.
     Calentamos el aceite en una sartén y freímos la rebanada de pan, la apartamos y la echamos al vaso de la batidora, añadimos un poco de agua y trituramos.
     Freímos el huevo, lo añadimos al vaso, y trituramos también. Entonces echamos en la sartén todo el majado y el resto del agua, y cocemos hasta que espese un poco. Probamos de sal. Debe comerse con cuchara, por lo que igual requiere algo más o menos de agua. Servimos y a cenar.
     Dice mi madre que era una comida que se daba a las mujeres que acababan de parir, y en ese caso, si se podía, se mataba un pollo o una gallina para hacer ese caldo milagroso que saben hacer todas las madres y que resucita a un muerto, con el fin de que tuviese leche. En este caso, también se le añadía el hígado y la molleja del animal, que se freían con el pan y el huevo y se majaban de igual forma.
     Una cena rápida, básica, reconfortante. Sencilla y reparadora. Gracias mamá.

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