Velouté de alcachofas

     La receta original que encontré llevaba un carabinero entre sus ingredientes, que yo he sustituido por unas gambas rojas bastante más baratas, pero también bien ricas, así como también he cambiado alguna cosilla más.

Ingredientes
  • 80 gr de mantequilla
  • 40 gr de harina
  • 800 ml de caldo de pescado
  • 400 gr de corazones de alcachofas (pueden ser congeladas)
  • 100 ml de leche vegetal
  • Sal
  • Pimienta
  • 150 gr de gamba roja pequeña
  • Aceite de oliva
     Pelamos las gambas. Con las cabezas y las cáscaras hacemos un caldo: las sofreímos en aceite, añadimos agua y dejamos cocer durante unos 20 minutos. Podemos añadir también alguna espina o cabeza de pescado que tengamos. Colamos, aplastando bien las cabezas para que suelten todo el jugo. Reservamos.
     En la mantequilla salteamos las gambas peladas y las reservamos. A continuación salteamos las alcachofas. Añadimos la harina, damos unas vueltas para freírla y echamos el caldo . Dejamos cocer unos 15 minutos.
     Añadimos las gambas, reservando alguna para adornar, la leche, trituramos bien y pasamos por un chino. Salpimentamos y servimos, adornando los platos con las gambas que reservamos.
     Yo la he hecho en la Thermomix y no ha sido necesario pasarla por el chino, pues se queda con una textura finísima.

Mollejas de cordero

      Este blog nació con dos intenciones. La primera, facilitar a mis hijos las recetas de casa de siempre. Yo, ya adulta, pedí a mi madre recetas de cosas que me gustaban, y de cosas que no me gustaban de niña, pero ahora sí. Con mi abuela, ya llegué tarde. Así que, en lugar de hacer 3 libretas de recetas, decidí crear el blog. Así, además, aprendí a editar, programar, subir fotos, editarlas,....lo que constituyó el segundo motivo de creación. Y cuando alguien me pide una receta, que yo siempre las comparto, lo mando al blog y me ahorro el escribirla.
     Me gusta escribir, así que, con el tiempo, algunas de mis recetas empezaron a vestirse con historias. Unas dulces, y otras muy amargas. He dedicado recetas a personas importantes en mi vida, a amigos, a recuerdos, a festividades, a celebraciones. Ha habido recetas escritas como un regalo. El postre favorito de mi hijo es el tiramisú, y se lo dediqué una vez, hace años, para su cumpleaños, junto con la historia del día en que nació. Y él no se había dado cuenta. No sé si mis hijos algún día sentirán curiosidad por la cocina de su hogar, más allá de las cosas que les gustan,  o por leer las historias de su madre. Al fin y al cabo, muchas contienen pequeños retazos de la historia de su familia. Esta es la entrada número 500 del blog. Es muy modesto, de andar por casa y sin pretensiones. Pero también me gustaría hacer un sorteo entre las personas, residentes en España, y en la península, o con una dirección postal en la misma, que dejen un comentario a esta entrada, en el plazo de 4 días a partir de hoy. El plazo finaliza a las 12 de la noche del día 14 de febrero de este año 2020. Todo ha sido una casualidad, no me había dado cuenta de la fecha hasta ahora. Y, como número redondo que es, merecía algo especial. Y, aunque el bocado en sí quizá no lo aprecie todo el mundo, no nos olvidemos de que, en ésta glándula, se ha especulado que reside el alma. Y nada hay más especial que eso.
     Para mí, de pequeña, sólo existían las mollejas de los pollos, su estómago, que había que limpiar, dar la vuelta, pelar....Después descubrí éstas, las de cordero, que es la glándula timo, que desparece en los animales adultos. Lleterola en valenciano. Y están deliciosas.  La casquería, es lo que tiene, o la adoras o te repugna. Y a mí me encanta.
       Hoy he encontrado mollejas en la carnicería. Yo nunca las había cocinado, siempre las comí en algún restaurante. Y he seguido los consejos del carnicero.

Ingredientes
  • Mollejas de cordero
  • Aceite
  • Sal
     Las he lavado, secado y cocinado a la plancha, bien caliente y sin aceite. Y una vez doradas, le he echado por encima un hilito de aceite y un poco de sal.
     Pueden hacerse de otras formas, como freírlas con ajos, o con setas, o con un picadillo de ajo y perejil, pero a mí me gustan así, sin enmascarar el sabor del producto. Al fin y al cabo, el alma....
     Pues nada, por casualidad en esta entrada se aúnan el alma y el corazón. Suerte a todos.